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ENCUENTROS DE OTRO TIPO

Publicada el 17 de julio de 202517 de julio de 2025 por Análida

En el post anterior hablé de que «los verdaderos amigos soportan tres cosas: el tiempo, la distancia y el silencio» y mencioné a seis amigas con las cuales tuve la inmensa dicha de encontrarme en estos días que confirman que esa afirmación es cierta. No significa que esas sean mis únicas amigas, tengo muchas otras amigas y amigos a los que adoro y quienes superan con creces la prueba del tiempo, la distancia y el silencio, pero por ahora tenemos el encuentro en espera. (standby)

Hubo otra que se hizo esperar para el encuentro con sus fans, ella fue Jennifer Lopez o J.Lo. En su concierto en Barcelona el pasado 15 de julio, después de cantar “Gracias a la vida” de Violeta Parra, dijo que «había estado pensando sobre la gratitud, de estar agradecida con todas las bendiciones que ha recibido, agradecida por estar aquí en este momento, ahora mismo, compartiendo esta noche, juntos. Tienes todos estos momentos en tu vida, diferentes momentos…», añadió.

Eso me dejó pensando en lo agradecida que estoy por tantos momentos que la vida me regala cada día. No todos son buenos, ni maravillosos, ni salen como los tenía planeados, pero al final de cuentas, creo que soy una privilegiada, que nací con estrella y la vida me ha tratado muy bien.

Teniendo como referencia los encuentros con mis amigas y el encuentro de J.Lo con sus fans, me puse a imaginar cómo sería un encuentro largamente esperado entre una Ama y su sumiso y este fue el resultado. Espero que les guste y ya me contarán en los comentarios si les parece muy atrevido o no.

Besos Borrascosos. 

EL ENCUENTRO. NUESTRA PRIMERA VEZ

Cuando tenía trece o catorce años, recuerdo que pensaba que la vida llegaba a su fin a los cuarenta. Lo más probable, era que estaría muerta para cuando cumpliera esa edad, y de no ser así, me suicidaría.

¡Qué errada estaba! A los cuarenta me casé por segunda vez, y ayer, cuando se suponía que hace veinte años debería estar chupando gladiolo, —como decimos en mi país— o para que me entiendan, cuatro metros bajo tierra, o con mis cenizas esparcidas en el mar, o echadas por el desagüe, si mis allegados se quieren ahorrar el viaje, tuve una de las mejores experiencias de mi vida. La tan anhelada sesión presencial con Mi Sumiso.

Aún me tiemblan las manos al escribir este post y se me encharcan los ojos de emoción al recordarlo. Sólo los que tienen una conexión tan profunda entre Ama y sumiso y han esperado tanto tiempo, —dos años y medio en nuestro caso— para tener una sesión presencial, pueden llegar a entender de lo que hablo. La emoción es tan grande, que te llega a desbordar. Sobre todo, cuando la realidad supera con creces todas las expectativas que te habías hecho.

Por supuesto nada salió como lo tenía planeado. Mi intención era cenar en el hotel, pero, aunque es de cuatro estrellas, no tienen servicio de restaurante para cenas. Así que me bloqueé y terminé llevándolo a cenar al lugar más cutre en el que ha cenado en su vida. Le hice jurar que correríamos un tupido velo sobre ese episodio de la sesión, que sólo se quedara con la imagen de nuestro encuentro cuando me vio caminar hacia él, nuestra charla, las risas, las miradas cómplices, los besos que nos dimos, que le até el collar al pasador de su pantalón y así lo llevé todo el tiempo, paseándolo como si fuera Mi perrito, cositas…

Mi idea era contemplarlo mientras se duchaba, pero como llegué tarde, él ya se había duchado, así que no quise meterlo en el agua otra vez, quería tenerlo al alcance de Mi mano. Tan pronto entramos en la habitación me senté en la silla y le ordené que se desnudara.

Se quedó luciendo únicamente el tanga blanco con el que había hecho el trayecto para verme. Cuando tomé conciencia de lo diminuto que era, de lo mucho que le apretaba su magnífico miembro y sus huevos, pensé en que me había pasado tres pueblos al exigirle que hiciera un viaje de diez horas conduciendo con un tanga, pero eso me excitó más, no pude contenerme y lo toqué. Ya estaba empalmado, pero el roce de Mi mano hizo que su erección disparara literalmente su polla hacia Mi boca, la besé, un ligero lametón, ¡me supo a gloria!

—¿Este tanga es de tu mujer? —pregunté.

—No Señora, lo compré expresamente para Usted —respondió casi en un susurro.

—Yo también te compré algo —dije traviesa. Y lo llevé de la mano a la cama, él se dejaba hacer.

Lo puse en cuatro patas y saqué de Mi bolso un plug cola de zorro y el bote de lubricante. Vacié un chorro generoso en el plug y otro tanto en su ojete. En las sesiones online que habíamos tenido él ha usado plug cola de zorro, de joya y otros plugs, también dildos. Nunca he observado que le causara molestia, así que cual sería Mi sorpresa cuando me dijo que le dolía, al intentar introducirle el plug. De inmediato lo retiré y empecé a masajear con el dedo su ojete. Yo jamás había hecho algo así con nadie, ni sumiso ni vainilla, porque soy muy tiquismiquis con los olores y demasiado escrupulosa, pero con Mi Sumiso fue diferente. Mi dedo tenía vida propia y cuando menos pensé se introdujo con suavidad en su ojete y sentí cómo se abría paso en su más profunda oquedad. Se sentía esponjoso, liso, fino, Mi dedo se resistía a salir de su ojete. Su hermoso culo se me ofrecía como tantas veces lo soñé. Así que me incliné y empecé a chuparlo, mordisqueé sus nalgas, seguía empujando con mi dedo y lamiendo su ojete con mi lengua mientras Mi mano le hacía una paja a su polla perfecta que estaba dura como una roca.

Cuando juzgué que estaba suficientemente lubricado introduje el plug que se deslizó con facilidad. Luego le impuse el collar y lo puse a caminar a cuatro patas por la habitación y que me moviera la cola como Mi perrito que es. Después le dejé retozar su cabeza sobre Mis piernas y le dejé que me tocara, para que apreciara que Mi mar se había desbordado en respuesta a su entrega.

Le retiré el plug y le ordené que se acostara en la cama. Le puse un antifaz de cuero. Mientras estaba a ciegas, me quité la blusa, las bragas y los tacones. Me acerqué lentamente a la cama con el flogger en una mano y el plug cola de zorro en la otra. Empecé a alternar azotes y caricias, a veces también le chupaba los dedos, o la polla, o le apretaba los huevos, o los pezones, o lo besaba, lo que me pasara por la mente.

Le ordené que se diera la vuelta, quería contemplar otra vez ese culito que me vuelve loca. Y en ese instante no pude reprimir las ganas de compartir la felicidad que sentía, lo orgullosa que estaba de Mi Sumiso y llamé a mi querido Odiseo. Se alegró de verme, me felicitó y lo mejor de todo, fue que, con su infinita sabiduría, me guio para que la sesión acabara redonda.

—Quiero azotarlo como debe ser, pero no sé hacerlo sin dejarle marcas —pregunté.

—Eso es muy fácil pequeña. Coge una funda de almohada, se la pones sobre las nalgas y ahora sí, lo azotas a placer —respondió.

Así lo hice y con cada azote, Mi entrepierna empezó a gotear…

—Pero muéstrame la polla del sumiso a ver qué tal está —dijo divertido.

—Date la vuelta Mi Sumiso, pero espera le pongo la funda de la almohada en la cara para preservar su privacidad —contesté.

—Claro, claro. A mí solo me interesa ver cómo tiene la polla —replicó.

Para nuestra grata sorpresa, Mi Sumiso estaba empalmado como un quinceañero, parecía a punto de correrse…

—Ahora ¡chúpasela! No desperdicies esa buena polla que tiene tu sumiso —ordenó como buen Amo que es.

Yo, muy obediente, me puse de inmediato por la labor.

—¡Trágatela entera, hasta la garganta, que se te salten las lágrimas, perra!

Y yo encantada quería devorármelo entero y la polla de Mi Sumiso crecía y crecía.

—Succiona el glande, que se te hagan hoyitos en la cara —ordenó.

Hice los hoyitos más pronunciados y succioné con todas mis fuerzas…

—¡Qué guapa estás pequeña, se te nota en la cara la felicidad que tienes! Y ese sujetador está precioso. —exclamó.

—Estoy tan feliz, ¡cómo no tienes idea! Y el sujetador y las bragas las he comprado especialmente para él, porque quería que hoy todo fuera perfecto. Hasta le he metido el dedo en el culo sin guante, ¿puedes creerlo? —contesté con lágrimas en los ojos por la emoción que me embargaba.

—Bueno pequeña, sigue disfrutando de tu noche, ya me contarás después con detalle —respondió y colgó.

Le quité el antifaz a Mi Sumiso y le dije: «¡Ahora sí me vas a comer el coño y a follar!»

No sé si fueron una o dos horas más en las que estuve subida en mi nube de felicidad. Ese breve espacio de tiempo en que Dios, o el universo, o lo que sea, se apiadó de Mí y me brindó un momento de infinita dicha que jamás olvidaré.

Cuando nos estábamos vistiendo me miró con pesar, bajó la cabeza y dijo:

—Señora, lamento decirle que hay un fallo.

—¿Qué pasó? —respondí alarmada.

—Compré sus libros en Amazon, pero no me llegaron, quería traerlos para que Usted me los firmara.

—Tranquilo. Te he traído BORRASCA II, si me hubieras avisado, también te hubiera traído el primer volumen.

Saqué el ejemplar, pero como no llevé las gafas y los nervios por la emoción que me embargaba me traicionaron, creo que escribí la dedicatoria más mal redactada y horrible, que he escrito en mi vida, pero así quedó.

Luego nos sentamos en la cama y le leí en voz alta el relato que está en el libro dedicado especialmente a él. “El Viaje”.

Cuando nos despedimos, lo hicimos con el convencimiento —aunque ninguno lo dijo— de que fue la primera y última vez que tuvimos una sesión presencial, pero valió la pena esperar, las cosas buenas se hacen esperar. Lo más importante es que para los dos fue nuestra primera vez especial e inolvidable…

EL ENCUENTRO. NUESTRA PRIMERA VEZ
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